Psicoterapia de la pesadilla
Entre el 5 y el 8 % de la población general padece de pesadillas. Reflejan, por un lado, episodios traumáticos pero también angustias básicas del psiquismo: separación, abandono, humillación, persecución. A veces toman la forma de narrativas en que deseándose llegar a un lado, o tener que hacer una tarea, se van interponiendo obstáculos que a pesar de ser temporalmente superados reaparecen bajo otras formas. Es un entrelazamiento entre momentos de angustias (emerge el obstáculo: se pierde el tren, el automóvil se estropea, se toma un camino equivocado) y otros en que el obstáculo se supera. Pero siempre para recaer en el sentimiento de imposibilidad (ver el libro de Bleichmar, H., "Angustia y fantasma. Matrices inconscientes en el más allá del principio del placer").
Hay dos formas de tratamiento. Por un lado, la psicoterapia psicoanalítica en que se revisan:
a) Las experiencias traumáticas tanto de la infancia como ulteriores, tanto en la relación con sus figuras significativas como con personajes desconocidos, o eventos (accidentes, enfermedades, operaciones).
b) Los trastornos narcisistas que hacen sentir a la persona como incapaz, débil, impotente para conseguir lo deseado.
Desde la seguridad del vínculo terapéutico se puede ir dando otro significado a las narrativas de las pesadillas, mostrar sus raíces pero, especialmente, contrastar lo que fue la persona en el momento en que el trauma ocurrió, su sentimiento de impotencia del pasado, con lo que es ahora, con su fuerza presente, con la posibilidad de reaccionar de otra manera. No es sólo comprensión intelectual, es inscripción de la nueva experiencia en la terapia como memoria procedimental.
Por otro lado, un enfoque que no se opone a lo anterior, que puede formar parte de un tratamiento integrador, y que se ha mostrado efectivo en base a estudios empíricos: el uso de afrontar las pesadillas mediante técnicas de imaginación. A través de una sistemática progresiva en sesiones de psicoterapia en que se parte de sueños de angustia para recrearlos de la manera más vívida posible para, a continuación, poder llegar las pesadillas más angustiantes, se los va modificando mediante su alteración (imaginación vivencial) hasta que lo angustiante es progresivamente integrado en una vivencia en la que los elementos de potencia de la persona pasan a tener fuerza. No es mera exposición sistemática a las pesadillas para producir un fenómeno de desensibilización, sino incorporación de lo angustiante, su asimilación, en una vivencia imaginaria que lo contrarreste.
[Para un meta-análisis ver Hansen K , Höfling V, Kröner-Borowik T, Stangier U, Steil R. (2012). Efficacy of psychological interventions aiming to reduce chronic nightmares: a meta-analysis. Clin Psychol Rev. 2013 Feb;33(1):146-55]
[Sobre el tema de los sueños, se publicará en el número de julio de Aperturas Psicoanalíticas un interesante artículo: “La teoría de los sueños y la ciencia: una revisión”].